
Primero hay que entender que siempre que te veas aplastado por esta emoción devastadora de lástima, que bloquea tu fuerza y por ende toda ayuda que puedas brindar, podes estar seguro de que estás de alguna manera involucrado: por ejemplo, con una proyección de tu miedo de que el destino que el otro sufre, pudiera llegarte a vos, o que te sientas culpable acerca de algo de lo que no estás consciente.
Una faceta muy universal de este aspecto es que la persona siente cierta satisfacción ante el percance del otro. No sólo una satisfacción de no tener que cargar con ese destino, sino también porque el otro es castigado y tiene dificultades. Esto evidentemente es irracional, pero la actitud consiste en consideraciones tales como: “Si los demás también tienen dificultades, no soy tan malo. No soy el único que sufre. Por lo tanto estoy contento porque los otros también sufren.” Esta reacción produce tal conmoción y culpa, que se reprime por completo y se sobre compensa a través de una lástima improductiva y debilitante. Con esta lástima, la persona se siente entonces absuelta porque sufre con la otra persona, pero de una manera destructiva.
Si podes descubrir estas reacciones originales y atravesar lo que sentis al respecto, aceptando el hecho de no ser más que un ser humano con muchas emociones no purificadas, con muchas actitudes infantiles, egoístas, miopes, y aprender a hacerlo sin condenarte ni disculparte ni justificarte, entonces puedes aprender a comprender lo que hay detrás de estas actitudes irracionales. De esta manera éstas se disolverán poco a poco, gradualmente, en la medida que en verdad las comprendas. La lástima se transformará en compasión y por lo tanto podrás brindar una ayuda constructiva, ya sea que la des mediante ciertas acciones o sólo con el sentimiento.
Cuando tu miedo toca el dolor del otro, se convierte en lastima; cuando tu amor toca el dolor del otro, se convierte en compasión. Hay que entrenarse en la compasión, pues, es saber que todos los seres somos iguales y que sufrimos de manera semejante, es respetar a los que sufren y saber que no eres distinto de nadie ni superior a nadie.