28 abril 2009

Auto-dependencia

"Tuve que recorrer un largo camino para apartarme de los mensajes de muchas personas del mundo; es mi responsabilidad apartarme de lo que me daña. Es mi responsabilidad defenderme de los que me hacen daño. Es mi responsabilidad hacerme cargo de lo que me pasa y saber mi cuota de participación en los hechos.

Tengo que darme cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hago. Para que las cosas que me pasan me pasen, yo tengo que hacer lo que hago. Y no digo que pueda manejar todo lo que me pasa, sino que soy responsable de lo que me pasa, porque en algo, aunque sea pequeño, he colaborado para que suceda.

Yo no puedo controlar la actitud de todos a mí alrededor, pero puedo controlar la mía. Puedo actuar libremente. Tendré que decidir que hago. Con mis limitaciones, con mis miserias, con mis ignorancias, con todo lo que se y aprendí, con todo eso, tendré que decidir cual es la mejor manera de actuar y tendré que actuar de esa manera. Tendré que quererme tanto como para privilegiarme y saber que esta es mi decisión. Teniendo el coraje de actuar como mi conciencia me dicta y de pagar el precio.

No me quedare dependiendo de nadie y no tratare de que nadie dependa de mí. No intentare que me necesiten. Me conformare con que me quieran, o no. Y en todo caso, si no me quieren, no se angustien por mi, porque siempre habrá alguien capaz de quererme. Siempre puedo vivir sin el otro, SIEMPRE, y hay dos personas que deberán saberlo: yo y el otro.

Es horrible que alguien piense que yo no puedo vivir sin el y crea que si decide irse yo me muero. Me aterra la idea de convivir con alguien que crea que soy imprescindible en su vida.

Me encantaría que la gente que yo quiero me quiera; pero si esa gente no me quiere, me encantará que me lo diga y se vaya. Porque no quiero estar al lado de quien no quiere estar conmigo. Tendré que ser libre aunque no les guste. Y esta va a ser mi decisión."

24 abril 2009

La Enfermedad como Camino

Fruto de una reciente investigación se supo que España es el país del mundo en el que los médicos tratan peor a los pacientes. La prepotencia del medico contrasta con el halo de inferioridad del paciente, del enfermo que cree que aquel le va a salvar la vida. Y aquel al contrario de conocer y sentir el sentido absoluto de su misión cree que es el hacedor de la curación y de la salvación. Pues no.

Los médicos ni curan ni matan, son vehículos, son transporte, son la manera a través de la forma por lo que uno vive lo que tenga que vivir para su crecimiento de crecimiento y aprendizaje. Por que cada uno se enferma y cada uno se sana.

¿Que sucede con ese poder que le damos al doctor?, con esa fuerza, con ese endiosamiento con esa paternidad, que sucede con esa orfandad en la que nos encontramos cuando tenemos dolor y tenemos miedo. Será que no somos capaces de conectar con esa fuente interior de sanación que nos lleva a contactar con ese médico que va a ser el puente por el que me voy a sanar. ¿Hasta cuando vamos a estar dándole el poder al otro?.

Vivimos en una época en la que la medicina continuamente ofrece nueva soluciones fruto de unas posibilidades que rayan en lo milagroso. Pero al mismo tiempo, se hacen más audibles las voces de desconfianza hacia esta casi omnipotente medicina moderna. Es cada vez mayor el número de los que confían más en los métodos antiguos, en la medicina naturista, en la medicina homeopática que en la casi archicientifica medicina académica.

No faltan los motivos de crítica, efectos secundarios, mutación de los síntomas, falta de humanidad y costo exorbitantes. La crítica responde a un sentimiento difuso, de que algo falla, de que el camino emprendido, a pesar que la acción se desarrolla de forma consecuente, no conduce al objetivo deseado.

La medicina falla por su filosofía, o más precisamente por su falta de filosofía. Si bien esta inhumanidad se manifiesta en muchas situaciones concretas y externas no es un defecto que pueda remediarse por simples modificaciones funcionales, muchos síntomas indican que la medicina esta enferma. Y tampoco “este paciente” puede curarse a base de tratar los síntomas.

¿Como ocuparnos del problema y no de la enfermedad? El significativo hecho, nos revela una interpretación que nosotros realizamos y a partir de ahí un diagnostico, por ejemplo la subida de una columna de mercurio en un tubo de cristal carece de significado hasta que interpretamos este hecho como una manifestación de un cambio de temperatura. Cuando las personas dejan de interpretar los hechos que ocurren en el mundo, el curso de su propio destino se disipa en la incoherencia y en el absurdo.

Podemos hablar del contenido, podemos hablar de la forma y podemos hablar de lo que significa la enfermedad. Enfermedad y salud son conceptos singulares por cuanto que se refieren a un estado ser humano y no a órganos y partes del cuerpo como parece querer indicar el lenguaje habitual.

El cuerpo nunca esta enfermo ni sano ya que en el solo se manifiestan las informaciones de la mente. El cuerpo no hace nada por si mismo, para comprobarlo basta con ver un cadáver. El cuerpo de una persona viva debe su funcionamiento precisamente a estas dos instancias que son la conciencia (el alma) y la vida (el espíritu). La conciencia emite la información que se manifiesta y se hace visible en el cuerpo. La conciencia es al cuerpo, lo que es un programa de radio al aparato receptor, dado que la conciencia representa una cualidad inmaterial y propia, naturalmente no es producto del cuerpo ni depende de la existencia de este.

Lo que ocurre en el cuerpo de un ser viviente, es expresión de una información de la imagen correspondiente a la idea que esa persona tiene. Si una de las funciones se perturba la armonía del conjunto se rompe y entonces hablamos de la enfermedad.

Enfermedad significa la pérdida de una armonía o también el trastorno de un orden hasta ahora equilibrado. Ahora bien, la pérdida de la armonía se produce en la conciencia, en el plano de la información y en el cuerpo solo se manifiesta. Por consiguiente el cuerpo solo es el vehiculo de la manifestación o realización de todos los procesos y cambios que se producen en la conciencia. Por lo tanto, si estas sufriendo un desequilibrio en tu conciencia, ese desequilibrio se va a manifestar a través de un síntoma en tu cuerpo. Así que es un error afirmar que tu cuerpo esta enfermo. Enfermo puedo solo estarlo el ser humano, por más que el estado de enfermedad se manifieste en el cuerpo como un síntoma.

Sin la conciencia, el cuerpo no puede vivir y no puede enfermarse. Un síntoma es una señal que atrae una atención, un interés, una energía y por lo tanto impide la vida normal. El síntoma nos reclama atención, nos saca fuera del problema verdadero. El objetivo eliminar la molestia, pero ¿que es lo que hay debajo?

Si el hombre comprendiera la grandeza y la dignidad de la enfermedad y de la muerte, vería lo ridículo del empeño de combatirla con todas sus fuerzas. La conciencia a reparado en que para estar sanos nos falta algo, esta carencia se manifiesta en el cuerpo como síntoma. Así que el síntoma es el aviso de que algo falta. La curación se produce exclusivamente desde una enfermedad transmutada, nunca desde un síntoma derrotado. La enfermedad y la curación son conceptos que pertenecen exclusivamente a la conciencia, por lo que no pueden ser aplicados al cuerpo. El cuerpo no esta ni enfermo ni sano.

Fragmento de: “La Enfermedad como Camino”, THORWALD DETHLEFSEN y RÜDIGER DAHLKE

20 abril 2009

"…¿Quién dobló hoy tu paracaídas?..."

Esta es la historia de Carlos, que fue piloto de un bombardero durante la guerra de Malvinas.
Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil enemigo.Carlos se lanzó en paracaídas y fue capturado por un buque de guerra inglés. A su regreso a Argentina, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió durante la experiencia de la guerra y de su cautiverio como prisionero.

Un día estaba en un restaurante y un hombre se le acercó y le dijo:
"…Hola, usted es Carlos, era piloto en Malvinas y lo derribaron verdad?.."
"…Y usted, ¿cómo sabe eso?...", le preguntó Carlos.
"…Porque yo doblaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien, ¿verdad?..."

Carlos casi se ahogó de la sorpresa y con mucha gratitud le respondió:
"…Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí…."

Estando solo Carlos no pudo dormir esa noche, meditando: “Se preguntaba cuántas veces vi en la base a ese hombre y nunca le dije buenos días, yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero…..". Pensó también en las horas que ese marinero paso en las entrañas del hangar enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía. Ahora, Carlos comienza sus conferencias preguntándole a su audiencia: "…¿Quién dobló hoy tu paracaídas?..."

Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional, uno mental y hasta uno espiritual. Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta quién dobla tu paracaídas, y agradécelo.