Se dijo varias veces que en Argentina, la profunda desigualdad social permitió esquivar el conflicto entre los sexos. Los jóvenes matrimonios de clase media no debieron debatir acerca de la división de las tareas domésticas. Contrataron a “la chica que nos ayuda con la limpieza”. Y listo.
Pero la realidad es que o no se le puede dejar a la chica todas las tareas o muchos no tenemos esta ayuda. Alguna vez hay que barrer, hay que lavar los platos, hay que planchar, hay que cocinar. Y no hablamos de esa actitud cool de cocinar una noche lomo a la pimienta o spaghetti a las finas hiervas para los amigos. Nos referimos a la cocina de batalla, a tener todos los días una comida alrededor de las nueve de la noche en la mesa. Hablamos de milanesas con puré, los ravioles con tuco, papas al horno. Me refiero a pelar las papas y ponerle onda a la comida. Hay pocas estadísticas sobre eso, pero la inmensa mayoría de los esposos de entre 30 y 45 años sigue dejando esa tarea en manos de su esposa. ¿Y por qué no habría de hacerlo? ¿Por qué iba a resignar poder gratuitamente? Si ella no lo pide...
En las jóvenes generaciones de parejas, se fue debilitando la figura que sostuvo los matrimonios de nuestros abuelos, en el que el hombre era el proveedor y la mujer ama de casa. En general, la generación de nuestras madres asumió que tenía que trabajar, pero se siguió haciendo cargo de las tareas domésticas. La nuestra, intenta dar un paso más allá.
Retomamos la pregunta inicial: ¿Por qué habríamos de resignar poder (porque de poder se trata, sin duda sentarse a ver la tele o a escuchar música o usar la PC mientras ella cocina)? No sé porque lo harán ustedes. Les cuento por qué lo hago yo. Porque creo sinceramente que una relación de a dos se basa en la correspondencia. Y digo correspondencia porque igualdad no solo pasó de moda, sino que suena a toma y daca. Si yo hago esto vos haces esto otro y estamos empatados. Pero si hablamos de corresponderse (de responderle el uno al otro) estamos poniendo por delante una conducta activa y responsable que intente mantener esa relación en estado vital.
Creo sinceramente que si en una pareja el poder circula de manera oculta (oculta en las tareas pequeñas, en los pequeños servilismos) esa relación es de menor calidad que una en la que el poder circula de la manera mas transparente posible. Quiero decir: Si asumimos que las tareas de la casa no tienen dueño, ni responsable asignado por la naturaleza, estamos haciéndonos cargo de nuestra vida y destrabando una fuente de conflictos.
Por supuesto que se aceptan sugerencias. Esto no es una receta.
Adaptación de un texto Gabriel Jimenez
Adaptación de un texto Gabriel Jimenez