22 febrero 2008

Reflexion sobre la vida y la muerte del libro ¿Quien Muere?

¿Quién muere? presenta una manera de entender el proceso de morir desarrollado por Stephen Levine. El libro invita a contemplar directamente “lo que es” con claridad, sin emitir juicios. Quita al melodrama llamado “muerte” su temible potencia y reemplaza el miedo por una comprensión tranquila, sencilla y compasiva.

Transcribo uno de los mejores pasajes del libro:

Un monje budista nos relata lo siguiente “Fui a un parque y vi unas cataratas enormes. La más alta mide unos 400 metros, y desde esta altura el agua cae como si fuera un telón arrojado desde la cima de la montaña. Contrariamente a lo que podría pensarse, no da la impresión de gran velocidad; parece que cayera muy lentamente debido a la distancia. Además, no cae en un único chorro, sino en muchos chorritos diminutos. Desde lejos parece un telón. Y a mi se me ocurrió que seguramente es una experiencia muy penosa para cada gotita bajar desde una montaña tan alta. Al agua le lleva tiempo, mucho tiempo, llegar a la base de la catarata.
Entonces me dije que nuestra vida puede ser como esto. Vivimos muchos momentos penosos en nuestra existencia, pero al mismo tiempo pensé que el agua del río originalmente no venia separada, sino que era un solo río. Solo cuando esta separada tiene dificultad para caer. Es como si el agua no sintiera [que esta separada] cuando forma un único río. Solo cuando se divide en muchas gotas puede comenzar a tener o expresar algún sentimiento separado.
Antes de nacer no teníamos esa clase sentimientos: éramos uno con el universo. Cuando el nacimiento nos separa de esa unidad, como el agua de la catarata se separa debido al viento y las piedras, comenzamos a tener esos sentimientos. Y estos nos crean dificultades. Nos apegamos al sentimiento sin saber de donde nace. Si nos damos cuenta que formamos un todo con el río o con el universo, sentimos miedo. Separa o no en gotitas el agua es agua. Nuestra vida y nuestra muerte son la misma cosa.

Cuando comprendemos esto, ya no le tenemos mas miedo a la muerte, y no hallamos dificultades en nuestra vida ya que sabemos que todas las gotitas de la catarata vuelven si o si al mismo río.

12 febrero 2008

La Seguridad de las monedas de oro

Un labrador oyó un ruido bajo la rueda del rastrillo de su arado. Miró con curiosidad y descubrió desenterrado un cofre lleno de monedas de oro. ¡Qué suerte! se dijo.

"¿Qué hacer con eso?" se preguntó mas tarde. Se imaginó todo lo que podría comprar y decidió finalmente enterrarlo profundamente en su jardín.

Este cofre lleno de monedas de oro sería su seguridad en caso de una dura temporada. Y tal seguridad cambió su carácter: de precavido llegó a ser relajado, de gruñón pasó a ser agradable y eliminó su intolerancia, de hecho, vislumbró una vida hermosa y feliz,
sabiendo que aunque llegaran tiempos duros, podría hacerles frente. Sus últimas horas llegaron y antes de morir, reunió a sus hijos y les reveló su secreto. Murió instantes después. El día siguiente, sus hijos cavaron en el lugar indicado, encontraron el cofre, pero ¡qué sorpresa, estaba VACÍO! Pues las monedas habían sido robadas al labrador desde hace más de 10 años.

¿Qué es entonces lo interesante de esta historia?

Es ver que no es el hecho de ser rico lo que le dio seguridad y felicidad, sino la IDEA de que tal riqueza y felicidad existían.

No es el hecho en sí mismo sino su interpretación. Cuando tengas una idea que te atormente y te sientas mal piensa en esta historia. ¿Es realmente el hecho en sí mismo el que lo hace ser malo, o el poder que tu le otorgas a esos pensamientos?.

Esta historia te dará otras lecciones, pero sobre todo la de recordarte ese poder que tienes en cada momento de cambiar tus pensamientos de negativos a positivos.

P.D.: Sólo por hoy elige pensamientos y emociones positivas. Notarás la diferencia.

06 febrero 2008

El acróbata y su ayudante

Érase un acróbata que tenia como ayudante y aprendiza a una hermosa niñita, la pareja iba de pueblo en pueblo haciendo un numero acrobático para ganarse la vida. El número circense más peligroso consistía en que hombre se colocaba una larga pértiga sobre los hombros, la niña trepaba al extremo superior de la misma y allí realizaba sus acrobacias.
Cierto día el acróbata le dijo a la niña:
– Amiguita para evitar tener un accidente en nuestro número, mientras lo realizamos tu debes estar muy atenta de mí y yo muy atento de ti.
Pero la niña protesto:
– OH no maestro, así no funcionaria, para que realmente no tengamos un accidente mientras hacemos el número tú deberás estar muy atento de ti y yo muy atenta de mí.

A menudo estamos tan atentos en como actúan los demás que somos capaces de ver sus aciertos o errores y también sus virtudes y defectos con más facilidad de lo que somos capaces de vernos a nosotros mismos.

Cuando no se vive ni se mira en primera persona es más difícil aprender, pero lo peor es que es más difícil conocerse y por lo tanto actuar correctamente. Pues bien que el animo de aprender para hacerlo bien o mejor nos haga buscar y comparar nuestro proceder con el de los demás, eso es bueno y en su medida enriquece porque siempre la experiencia enriquece aunque sea de otros pero sin perder la propia atención. Cada uno la suya.
Si cada uno se salva a si mismo, ya esta salvado el mundo.