
En el transcurso de nuestra vida dejamos sin resolver muchos asuntos y situaciones por falta de tiempo, por miedo, sobre todo por miedo a enfrentarnos con ello o por inconciencia simplemente. A veces solo hace falta poner atención a lo ocurrido, con la calma que da el presente, suaviza y transforma muchos errores del pasado y los convierten en alimento para el alma deseosa de nutrirme de vida, vida transformada en luz, en amor, ¿hay algún otro alimento para el alma?
Otras veces para integrar completamente el aprendizaje quizás necesitamos hacer algún trabajo adicional, como perdonar a alguien o incluso a nosotros mismos con respecto a alguna persona o situación con la que hemos quedado enganchados de por vida, mental o emocionalmente, y esto será así hasta que pongamos las cosas en claro y tomemos conciencia realmente de lo ocurrido.
La vida es larga y la cantidad de ocasiones que hay para que se den estas circunstancias son innumerables. No importa por tanto lo que pasa sino la forma en la que lo vivimos o lo grabamos. ¿Y acaso no pasan las cosas para que tomemos conciencia de algo antes o después?. Podríamos empezar por empezar a revisar los asuntos más cercanos del día a día esos que nos atrapan la atención y nos quitan la paz, que no nos dejan sacar a pasear la sonrisa y brillar el corazón.
A fin de cuentas somos seres de luz, solo un poco perdidos en el camino. Con esto evitamos seguir llenando el cajón de asuntos pendientes. Lo extraño es que podamos seguir volando con tanto plomo en las alas. Pero verdaderamente la libertad, la paz, la alegría que da el vuelo bien merece la pena un miradita al pasado. Cada noche abrir un poco más la puerta de nuestro ser, que pueda salir y entrar en nuestra jaula de carne y hueso eso que somos y que no muere ese espíritu que albergamos que dicen que vuela. Pues que entre y que salga hasta que un día en paz en calma ya no necesite volver a esta jaula porque ha llegado el momento de emigrar, de dejar de ser algo para pasar a ser todo, a ser luz, paz sin forma.
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