06 febrero 2008

El acróbata y su ayudante

Érase un acróbata que tenia como ayudante y aprendiza a una hermosa niñita, la pareja iba de pueblo en pueblo haciendo un numero acrobático para ganarse la vida. El número circense más peligroso consistía en que hombre se colocaba una larga pértiga sobre los hombros, la niña trepaba al extremo superior de la misma y allí realizaba sus acrobacias.
Cierto día el acróbata le dijo a la niña:
– Amiguita para evitar tener un accidente en nuestro número, mientras lo realizamos tu debes estar muy atenta de mí y yo muy atento de ti.
Pero la niña protesto:
– OH no maestro, así no funcionaria, para que realmente no tengamos un accidente mientras hacemos el número tú deberás estar muy atento de ti y yo muy atenta de mí.

A menudo estamos tan atentos en como actúan los demás que somos capaces de ver sus aciertos o errores y también sus virtudes y defectos con más facilidad de lo que somos capaces de vernos a nosotros mismos.

Cuando no se vive ni se mira en primera persona es más difícil aprender, pero lo peor es que es más difícil conocerse y por lo tanto actuar correctamente. Pues bien que el animo de aprender para hacerlo bien o mejor nos haga buscar y comparar nuestro proceder con el de los demás, eso es bueno y en su medida enriquece porque siempre la experiencia enriquece aunque sea de otros pero sin perder la propia atención. Cada uno la suya.
Si cada uno se salva a si mismo, ya esta salvado el mundo.

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